lunes, septiembre 7

La Rotonda.

Siempre uso analogías como esta para poder describir en las circunstancias de la vida en las que me encuentro.

En algún punto de la vía me encontré doblando hacia la rotonda, yo creí que luego de girar y leer cada cartel sabría por cual salida llegaría a mi destino, o tan solo seguiría mi viaje.

Y salí un par de veces y regresé a la rotonda, volví a leer cada letrero para cerciorarme que había elegido conforme a lo que buscaba, y elegí lo correcto, lo que quería.

Pero volví a la rotonda y no en vano, quizá fue necesario recorrer cada camino ida y vuelta...

...quizá fue necesario.

Ahora me encuentro ingrávido en el tiempo, como si la vida se detuviera para mi, puedo caminar entre todo y ver las circunstancias, mirando más allá de lo evidente, tratando de establecer una conexión  con las imágenes de aquellas personas, de aquel paisaje en el horizonte, tratando de sentir sus sentimientos, de unirme a ellos, de pensar que en sus rumbos está el mío o si el de ellos va conmigo, no lo sé...

Me cuesta siquiera pensar alejarme de mis creencias, entiendo que la certeza es insostenible en la razón, ciertamente vivir con el corazón pesa, soñar con el futuro no asegura un tránsito placentero, debo tomar esta ingravidez como la certeza presente, como la vida, como parte del camino.

Hacia mi rumbo y abandonar la rotonda, quizá solo una vez más o quizá y por fin para seguir adelante...